Te damos la bienvenida a Cómo prosperar en el trabajo: una serie de Creator y Thrive Global sobre cómo mejorar tu productividad, bienestar y felicidad en el lugar de trabajo.
Se nos repite una y otra vez que el cambio es bueno. Sin embargo, cuando tiene que ver con el trabajo, la sensación no siempre es esa.
Tanto si el cambio es esperado (una mudanza a un nuevo espacio de oficina) como si llega por sorpresa (una fusión corporativa), es fácil centrarse en los posibles aspectos negativos. Puede que te despidan, que ya no estés a cinco minutos del trabajo o que, de repente, no te sientas tan cómodo como antes en tu puesto de trabajo. Contar con relaciones sólidas en el lugar de trabajo puede ayudarte a superar los cambios. En cualquier caso, es muy probable que las situaciones de estrés afecten a otros aspectos de tu vida.
Los empleados que han experimentado cambios recientes o que los están afrontando en la actualidad tienen más del doble de probabilidades de sufrir estrés crónico en el trabajo respecto a aquellos que no han experimentado cambios recientes, actuales o anticipados (55 frente al 22 %). Asimismo, tienen cuatro veces más posibilidades de experimentar problemas de salud física en el trabajo (34 frente al 8 %), tal y como se recoge en la encuesta 2017 Work and Well-Being Survey realizada por la American Psychological Association (APA).
«Independientemente de que sean buenos o malos, sabemos por la investigación llevada a cabo en el ámbito psicológico que son factores que generan estrés», comenta David Ballard, director de psicología aplicada de la APA. «La mitad de los trabajadores de Estados Unidos [ha] experimentado cambios a lo largo del último año. En este segmento, la probabilidad de experimentar estrés cada día era más del doble. Asimismo, también han sufrido síntomas físicos en el trabajo como dolores de cabeza, rigidez muscular, dolor de espalda y articular. Comieron y fumaron más de lo habitual durante la jornada laboral».
Todo esto suena horrible. Sin embargo, el cambio no solo es inevitable. Es esencial. Resulta imposible innovar, crecer y mantener la competitividad sin este factor. Merece la pena realizar pequeños ajustes en tus hábitos diarios para impulsar este crecimiento. Porque aquellos empleados que puedan gestionar el cambio, que en realidad prosperen durante el proceso, serán aquellos que lo superen con mayores niveles de éxito.
¿Estás preparado para hacer frente al siguiente reto que se aproxima, autogestionarte y gestionar a tu equipo, o incluso a toda tu empresa para superar ese cambio anticipado o repentino? Estas estrategias te permitirán superarlo sintiéndote integrado, repleto de energía y preparado para cualquier reto.
Si eres el receptor del cambio
Gestiona tu reacción. En primer lugar, sé sincero contigo mismo, tus pensamientos y sentimientos. ¿Tienes miedo? ¿Sientes ansiedad? Acepta esas sensaciones en lugar de reprimirlas. En segundo lugar, comparte esos sentimientos con alguien que te escuche sin juzgarte. «A menudo, el proceso de expresión nos ayuda a sentirnos más comprendidos y tranquilos», declara Alan Wolfelt, fundador del Center for Loss and Life Transition. Esto es así incluso aunque la otra persona no «resuelva» nada. En tercer lugar, tras haber superado las sensaciones relativas a las pérdidas vinculadas al cambio (es sano sentirse mal tras perder un trabajo en el que te sentías cómodo o que estaba cerca de casa), podemos trabajar para encontrar el mejor camino preguntándonos cuales son los aspectos positivos de estos cambios.
Implícate. Tanto si lideras el cambio como si eres el receptor del mismo, la implicación es una responsabilidad compartida, declara Ballard. Es más probable que los empleados confíen en sus empleadores en momentos de cambio cuando sienten que participan en el proceso de toma de decisiones y cuando existe transparencia y una comunicación efectivas.
Y no siempre tienes que esperar a que se te pregunte. «Asegúrate de que se escucha tu voz. Forma parte de las decisiones y de las actividades, y siéntete motivado para participar en ese proceso», añade. «Plantea dudas cuando sea necesario para que tus preocupaciones sean atendidas».
Busca el lado bueno de las cosas. Una vez que sepas que el cambio es inminente y que no puedes evitarlo, comienza a buscar de forma sistemática oportunidades derivadas del mismo, recomienda John Kotter, autor de Our Iceberg Is Melting: Changing and Succeeding Under Any Conditions. «A nivel emocional, nuestras mentes tienden a prestar atención primero a los peligros, porque esa es la forma en la que funcionan nuestros cerebros. Lo que tenemos que hacer es ir más allá y buscar las oportunidades a las que, si somos inteligentes, podremos sacar partido».
¿Tienes que trabajar con un nuevo jefe que está poco cualificado? Si gestionas la situación de la forma adecuada, no solo desarrollarás tus habilidades, sino que además te ganarás la lealtad de tu superior. ¿Te da miedo una reorganización de la empresa que supondrá que cambies de departamento y que tengas que asumir nuevas responsabilidades? Piensa en palabras clave que podrás añadir a tu perfil de LinkedIn para que resulte más impactante.
«Las oportunidades vienen acompañadas de desafíos», comenta Ballard. «Para que algo mejore en tu vida, siempre tiene que producirse un cambio. Cuando puedes aprender del cambio, incluso aunque sea uno difícil, y salir airoso no solo habiéndolo abordado y superado, sino habiendo desarrollado nuevas habilidades, podrás aplicar esas lecciones vitales para tener más éxito y ser más feliz».
Si lideras el cambio
Comunica tu misión. Los gestores y los líderes en el lugar de trabajo tienen la responsabilidad extra de asegurarse de que los trabajadores se adaptan bien tanto a cambios imprevistos (por ejemplo, una recesión) como a cambios previstos (como una fusión o adquisición), declara Ballard. «Si quieres funcionar de forma efectiva como organización, como empleador, tienes que crear un entorno en el que el cambio no termine generando situaciones disruptivas para los empleados, afectando a sus vidas, lo que puede dañar la actividad de la empresa a largo plazo», indica. «Incluso aunque se produzca un cambio en una dirección positiva, quieres que todo el mundo esté alineado en la misma dirección, ya que, si terminas generando niveles de estrés y falta de confianza más elevados de forma involuntaria, puede afectar a los cambios que estás promoviendo». Es imposible que tu startup genere beneficios si la mitad de tu equipo no entiende la motivación de los cambios y la forma en la que van a evolucionar sus puestos y responsabilidades.
Es muy importante asegurarse de que las ventajas asociadas al cambio quedan claras. Por ejemplo, Craig Schmeizer, fundador de Nectar Sleep, está liderando el proceso de mudanza en su empresa a una nueva oficina, desde WeWork 524 Broadway en Nueva York a unas instalaciones de la empresa que serán gestionadas por WeWork. «Lograr que la gente entienda lo ideal que es el nuevo espacio y que la zona de la ciudad en la que se encuentra es magnífica requiere mucho trabajo» comenta. «En este sentido, vamos a llevar a cabo acciones de seguimiento con los empleados a medida que estos se incorporen al nuevo espacio, con el fin de que asegurarnos de que mantenemos niveles de energía elevados. También celebraremos fiestas, encuentros y fomentaremos nuevas formas de utilizar el espacio».
Liz Welch, directora ejecutiva de operaciones de personal en Sonos, miembro de WeWork Holyoke Building en Seattle, comenta que existe una tendencia hacia compartir más información, no menos. «Tendemos a compartir más información en una fase más temprana y en un estado menos completo porque creemos que la gente debe estar informada lo antes posible sobre aquellos elementos que van a afectarles», comenta. «A nuestros equipos les decimos ‘esto es lo que sé, esto es lo que no y este es el momento en el que sabréis más’».
Asume que cada persona reacciona de forma diferente al cambio. Welch ha detectado que la gente reacciona al cambio dentro de un espectro y que no hay una forma correcta o incorrecta de hacerlo. «Algunas personas se adaptan con rapidez», explica. «De forma innata, el cambio les motiva y pueden asimilarlo como una oportunidad, una posibilidad de innovación y una situación optimista». Por otro lado, tenemos a aquellos que prefieren el statu quo. «Muchas personas experimentan una sensación e inclinación a pensar, ‘No sé, esto me asusta, no me gusta’». Entre estos dos extremos, encontramos el resto de posibilidades. «La mayoría de las personas siente ciertas reticencias respecto a cualquier cambio, incluso aunque parezca positivo», añade.
Para gestionar cualquier cambio de forma efectiva, no solo es importante conocer tu propia reacción frente al mismo, sino también la de las personas que forman parte de tu equipo. «Los líderes que impulsan el cambio tienen que prestar atención a todas las personas y no dejar a nadie atrás», comenta.
No desestimes a aquellos que necesitan más tiempo para adaptarse. «Es muy fácil juzgar a quienes avanzan con mayor lentitud a la hora de aceptar el fin de la continuidad y pensar que son unos quejicas», comenta Welch. «Sin embargo, esas personas aportan una fortaleza enorme vinculada a un rechazo de la ambigüedad y del cambio. Pueden estar muy convencidos de algo y, por lo tanto, mostrar elevados niveles de lealtad. Hablamos de dos elementos muy positivos. No querrás perder a personas solo porque necesitan más tiempo para ajustarse al cambio», añade. «Es mejor una adaptación a nivel organizativo en torno a estas personas que meterles prisa o incluso perderlas».