Nuestra manera de trabajar ha cambiado radicalmente. Las reuniones virtuales y el trabajo en remoto se han convertido en la norma. ¿Cómo se mantiene el equilibro laboral y personal cuando no existe separación entre el hogar y la oficina? ¿Cómo se mantiene la concentración ante la preocupación por la salud y la seguridad? El nuevo mundo del trabajo, gente comparte historias sobre cómo se afronta y alcanza el éxito en la vida profesional gracias a herramientas como WeWork All Access y WeWork On Demand en la nueva normalidad.
Antes de la pandemia, eran pocas las personas que elegían sus hogares pensando en si les gustaría o no trabajar desde ellos. Erik Barbara desde luego no lo hizo pensando en eso. Su mujer y él eligieron su casa en Austin porque les encantaba la ubicación y había suficiente espacio para la pareja y sus dos hijos pequeños. Pero entonces llegó la pandemia y Erik estaba en casa todo el tiempo. Al llegar el séptimo mes, empezó a sentir claustrofobia.
«Estaba empezando a sentir los efectos de trabajar desde casa en mi salud y en cómo interactuaba con mi familia», nos cuenta Erik. Acababa una llamada de trabajo difícil a las 8 y media de la tarde e inmediatamente después se sentaba a cenar con su familia.
«Mi mente seguía dándole vueltas al problema que tenía en el trabajo porque no había separación. Es divertido oír las risas de tus hijos de fondo durante el día, pero cuando lloran y chillan o tienen una rabieta resulta imposible concentrarse y estaba empezando a tener la sensación de que no estaba haciendo mi trabajo lo suficientemente bien», dice.
Al principio Erik trabajaba desde el garaje de su casa. No había ningún otro espacio en la casa en el que no acabara tropezando con los niños. Fue divertido y emocionante, nuevo y novedoso. Luego, cuando parecía que la nueva normalidad no acabaría pronto, Erik se compró una mesa. Pero el único lugar donde podía ponerla era su dormitorio, lo que difuminaba aun más las líneas entre el espacio personal y el profesional.
«Estaba cargando con todo el peso psicológico de la pandemia, que era mucho, y luego me levantaba de la cama e iba directamente a la mesa de trabajo», dice Erik. «Resultó difícil hacer la transición del trabajo a casa con solo bajar las escaleras. Había veces que estaba sentado a la mesa con mi familia y seguía pensando en el tema en el que había estado trabajando minutos antes arriba en el ordenador del dormitorio».
Erik es ingeniero y trabaja para una startup de reciente creación llamada DataGrail. Ayudan a organizaciones a automatizar su cumplimiento de la cambiante normativa de privacidad. Su equipo está repartido por diferentes zonas horarias. Él se encuentra en la zona horaria de Austin y tiene que coordinarse con ingenieros de software en Seattle, San Francisco, Portland e, incluso, un nómada digital que vive en México en estos momentos. Su capacidad para concentrarse es fundamental para no perder el equilibrio.
Al llegar octubre decidió que tenía que hacer un cambio para preservar su salud mental. Al principio pensó que simplemente probaría WeWork All Access para poder trabajar desde WeWork 600 Congress Ave en Austin. Pensó que le ayudaría a organizarse un poco y luego podría cancelar y volver a la rutina de siempre.
Antes de 2020, probablemente muchos de nosotros nunca habríamos dicho que echaríamos de menos nuestros desplazamientos. Pero una vez que los desplazamientos desaparecieron, muchos de nosotros nos lo hemos replanteado. Erik fue uno de ellos. El desplazamiento se convirtió en algo que iba más allá del tiempo que se tardaba en realizar el trayecto. Se convirtió en una descanso, una separación entre la vida laboral y la vida en el hogar.
El trayecto en bici de 15 minutos de Erik a un magnífico espacio de oficina en el centro de Austin supuso un grato cambio.
«Por la mañana hacía algo de ejercicio, algo difícil de conseguir durante la pandemia y el desplazamiento me sirvió para separar ambos mundos», nos dice Erik. «Puedo pasar al modo trabajo y luego regresar a casa y dejar la mochila en el armario». El trabajo es el trabajo y he recuperado mi hogar».
Decidió continuar con su suscripción de WeWork All Access una vez finalizado el periodo de prueba.
«Una mejor salud mental es el mayor beneficio que estoy obteniendo de mi plan WeWork All Access, un beneficio que no estaba anunciado y con el que no contaba», dice. «Simplemente no soy de esas personas a las que les gusta trabajar en solitario».
Ahora Erik divide su día entre un espacio flexible y compartido donde coordina las actividades de su equipo de ingenieros, revisa códigos y envía correos electrónicos, y una cabina telefónica para llamadas de Zoom y reuniones con su equipo.
Su empresa le ha estado dando 250 dólares al mes para el coworking y Erik paga el resto de su bolsillo. «Definitivamente, merece la pena», dice. «Trabajar desde WeWork y lejos de casa tiene un efecto tangible en mi salud mental, lo que justifica fácilmente el coste de la suscripción».
Y si bien las interacciones sociales en la oficina siguen siendo menores de lo que solían ser debido a las restricciones de la pandemia, hay algo reconfortante en el hecho de volver a estar rodeado de extraños y en el mundo.
«Resulta agradable recordar que el mundo está lleno de conexiones fortuitas. El solo hecho de ver a otras personas me recuerda que hay vida más allá de las llamadas de Zoom», dice Erik. «La capacidad de conectar con gente fuera de tu círculo inmediato nos recuerda que esto es temporal, que en el mundo volverán a producirse estas reuniones sociales pronto».
Jo Piazza es un galardonado periodista, autor de superventas, estratega digital y presentador de podcasts.