El espacio es una herramienta útil que permite fomentar el compromiso, inspirar innovación e impulsar la productividad. Pero, ¿cómo se construye un espacio realmente óptimo? En La Ciencia del Espacio, exploramos cómo la ciencia del diseño con propósito puede convertir cualquier ambiente de trabajo en una experiencia integral.
El espacio interpersonal, o la cantidad de espacio físico que hay entre las personas, nos dice mucho sobre nuestro entorno y nuestra cultura. A medida que regresemos a la oficina con distanciamiento social, deberemos renegociar nuestro entendimiento sobre el espacio personal, tanto el propio como aquél en relación a los demás.
El estudio de espacio interpersonal es conocido como proxémica. Uno de sus aspectos más importantes es que analiza cuestiones no verbales. No vamos por la vida preguntándoles a los extraños cómo podemos pasar por al lado de ellos; sino que de su lenguaje corporal juzgamos cómo maniobrar mejor a través de su espacio según sea necesario.
A medida que regresamos al espacio laboral, el entorno de oficina estará lleno de carteles que explicarán cómo mantener un distanciamiento prudente entre los compañeros de trabajo. Pero la recomendación de dos metros de distancia es sólo un punto de referencia. El grado de espacio que cada colaborador necesita para sentirse seguro en la oficina variará enormemente.
El hecho de que las proxémicas sean personales y no verbales hace que la experiencia de estar en la oficina durante la pandemia de coronavirus sea particularmente difícil de manejar. Hemos experimentado cambios repentinos y radicales en nuestras normas de proxémica, y tendremos que repensar la forma en que la negociaremos con nuestros colegas.
¿Qué es la proxémica?
La teoría proxémica clásica comenzó en la década de 1960 de la mano del antropólogo Edward T. Hall. Él clasificó cuatro grados de distancia interpersonal, o grados de proximidad, que experimentamos los seres humanos:
1. Distancia pública
En esta distancia (entre 3,5 y 7,5 metros), tienes que hablar alto para ser escuchado, y es más difícil mantener contacto visual directo, así que la conexión entre dos personas es mínima.
2. Distancia social
Esta distancia (entre 1,5 y 3,5 metros) se basa en señales visuales y auditivas para construir una conexión, ya que todavía se está demasiado lejos como para tocar o percibir el calor corporal.
3. Distancia personal
Esta distancia (entre medio metro y un metro y medio) se mantiene durante las interacciones con amigos. Aquí la visión es clara, el contacto visual es fuerte y la conversación fluye con facilidad.
4. Distancia íntima
A esta distancia (de 0 a medio metro) el aura de una persona forma un sentido de conexión más fuerte que las señales visuales o auditivas. El calor corporal y los sentidos olfativos se suman a esa conexión.
El estudio de proxémica es importante porque necesitamos proximidad para formar vínculos y comunicarnos efectivamente. Muchos podrían decir que la proximidad es esencial para la salud mental. Al manejar la distancia entre nosotros y los demás, controlamos el nivel de exposición con el que nos sentimos cómodos con otra persona. Por ejemplo, podemos pararnos cerca y tocar a nuestros amigos mientras hablamos con ellos pero permanecer alejados y mantener contacto visual con un profesor después de una lección. Si un extraño se para demasiado cerca de nosotros, podemos reaccionar negativamente y percibirlo como una intromisión en nuestro espacio personal. Una interacción entre dos personas puede pasar de ser pública a íntima en el lapsus de un metro y medio, y esa posibilidad es capaz de causar mucha ansiedad.
Un cambio repentino en el espacio interpersonal
Durante los últimos cuatro meses, la proxémica ha cambiado drásticamente. Todos hemos tomado consciencia de un nuevo punto de referencia en el espacio interpersonal: la nueva distancia social necesaria para frenar la propagación del COVID-19. Los dos metros de distancia recomendados por las autoridades de salud se han convertido en una norma en gran parte del mundo y han impactado cada esquina de nuestros espacios públicos, desde parques hasta supermercados.
También hemos experimentado una cuarentena global que nos forzó a adoptar nuevas proximidades que podían parecer radicalmente cercanas en el caso de muchos núcleos familiares o radicalmente distantes en el caso de muchos que viven solos. En cualquier caso, la experiencia ha sido privada, específica para cada individuo, y los medios de comunicación se han inundado de historias de personas que intentan superar estos límites.
En el espacio físico laboral, las interacciones personales pueden incrementar la productividad. La comunicación puede fluir más fácilmente cuando los compañeros de equipo se encuentran cara a cara, y las relaciones pueden ser forjadas, lo cual crea una cultura positiva dentro de las organizaciones. La proximidad física hace más probable que las personas se conviertan en amigos, la gente siente una conexión más fuerte con aquellos con los que está cerca físicamente. El aprendizaje mediante la observación de las personas en el trabajo también se produce a través de estas interacciones.
Pero navegar por la proxémica mientras regresamos a nuestros espacios de trabajo durante el COVID-19 requerirá un poco más de conversación con nuestros colegas.
Cómo respetar el espacio personal en el lugar de trabajo durante el COVID-19
Aunque se sabe que la proxémica no es verbal, resulta importante ahora preguntarle a tu colega si se siente cómodo con el grado de espacio interpersonal que estás brindando. Alternativamente, tienes que sentirte empoderado para indicar el grado de proximidad que tú mismo necesitas para sentirte cómodo.
Los líderes pueden discutir con cada miembro de su equipo el grado de proximidad adecuado para ellos. Tener una conversación abierta y honesta sobre la proxémica evitará tanto el estrés de una intromisión potencial al espacio seguro de alguien, como el tener una intromisión en tu propio espacio seguro.
Los equipos también podrían idear soluciones creativas para impulsar la colaboración interpersonal mientras mantienen una proximidad cómoda. Para algunos equipos la solución correcta podría ser tener más estaciones sanitarias cerca de ellos, y acordar la frecuencia con la que todos limpiarán las superficies después de usarlas. Para otros puede ser el hacer un cronograma con los tiempos de proximidad durante la jornada laboral. La colaboración cercana podría ocurrir solo una vez al día durante las reuniones, después de las cuales el equipo trabajaría por separado durante las horas laborales restantes.
Los gerentes globales de las empresas deberían pensar en cómo implementar estas conversaciones a gran escala. El punto más importante es que la proximidad es personal. Una política corporativa no sirve para todos. Por el contrario, la práctica corporativa de “preguntar primero” beneficiará a todos los miembros del equipo, brindándoles la facultad que necesitan para sentirse seguros y para reconstruir sus estilos de trabajo.
La cultura laboral mejorará solo si practicamos el acomodar las diferencias en la proximidad. Al regresar a la oficina en medio de la pandemia, debemos esforzarnos para ser más conscientes de nuestras diferencias y trabajar en la construcción de una cultura más inclusiva. La práctica de incluir la proxémica en las normas corporativas y en los estilos de trabajo en equipo no solo beneficia a aquellos preocupados por una posible transmisión viral. Será un paso adelante en la adaptación a muchas otras diferencias en nuestros lugares de trabajo para que sean más diversos, vibrantes y productivos.
Ashley Bryan se desempeña como Senior Strategist en WeWork. Como parte del equipo de marketing y tecnología para el cliente, se enfoca en la percepción de la audiencia y la segmentación del cliente, estableciendo conexiones entre los atributos de los miembros y sus experiencias. Bryan cuenta con ocho años de experiencia en arquitectura y estrategia de marca, en agencias de la Ciudad de Nueva York y San Francisco.