Poco después de que Pfizer y Moderna informaran que sus vacunas contra el coronavirus tenían tasas de eficacia extremadamente altas, las acciones bursátiles reflejaron ( English ) el optimismo de que pronto podremos volver a la normalidad y, por extensión, a la oficina. A medida que se aplica el primer lote de vacunas en todo el mundo y en los EE. UU. esta semana, hemos comenzado a ver una luz al final del túnel.
Si reflexionamos sobre los últimos ocho meses, hay algo que es evidente: los seres humanos anhelamos la interacción física. Pudimos comprobarlo a medida que las personas seguían protocolos de distanciamiento en la primavera, pero para el otoño, agotadas por la pandemia, se realizaron reuniones riesgosas en bares, fiestas, juntadas familiares y eventos deportivos, lo que generó el repunte de casos de COVID-19 que vemos hoy en día.
Mirando hacia una población más protegida como resultado de la vacuna, la pregunta ahora es: ¿cómo podemos priorizar la necesidad humana de conectarnos con soluciones que nos permitan avanzar en nuestra lucha contra el COVID-19?
Creo que la solución radica en dar a los trabajadores la flexibilidad para que, de forma segura, vuelvan a un espacio de trabajo.
Hemos visto que se puede regresar a la oficina de manera segura. Según un estudio de la revista Nature, estar en lugares pequeños, como «restaurantes, gimnasios, cafeterías y hoteles», representa el 80 % de todas las infecciones. ¿Qué no se incluye en ese informe? Los espacios de oficina.
Y encima sabemos que las personas quieren regresar al trabajo: solo el 12 % de los entrevistados quiere continuar trabajando desde casa a tiempo completo después de la pandemia, y la mayoría de los colaboradores quiere trabajar desde una oficina tres o más días a la semana.
Antes de la orden de aislamiento de la segunda ola, WeWork realizó una encuesta enmascarada a nivel mundial en octubre con trabajadores profesionales que habían regresado a un espacio de oficina después de un período prolongado de trabajo desde casa debido a la pandemia. El estudio demostró una mejora del 40 % en la moral de aquellos que habían regresado a la oficina de uno a cinco días a la semana.
Al proporcionar a los colaboradores la flexibilidad de regresar a la oficina, incluso si es solo durante un día o dos a la semana, los líderes empresariales también pueden ayudar a reducir los efectos negativos que el trabajo a distancia a tiempo completo ha tenido en una enorme cantidad de personas. Más concretamente, la salud mental de los colaboradores se ha visto afectada. Según una reciente encuesta mundial realizada por Oracle y Workplace Intelligence entre más de 12.000 colaboradores, gerentes, líderes de RR. HH. y ejecutivos corporativos, el 78 % de los participantes indicó que la pandemia había afectado negativamente su salud mental.
A medida que se cierran los lugares para comer, la socialización en el interior de una oficina, en un entorno controlado, también puede proporcionar un beneficio adicional de la interacción que deseamos y, al mismo tiempo, limitar las interacciones inseguras en otros lugares.
El Dr. Peter Cappelli, profesor de la Facultad Wharton de la Universidad de Pensilvania, explica: «Las cafeterías y las conexiones informales que establecemos allí son importantes, al igual que nuestra vida social en la oficina general, lo que nos ayuda a mantenernos comprometidos. Es difícil seguir así a través de videollamadas ocasionales».
Como todavía faltan varios meses para que tengamos una fuerza laboral ampliamente vacunada, ahora es el momento de planificar con anticipación. Si bien no hay dos espacios iguales, todos los líderes empresariales deben centrarse en crear oficinas que prioricen la seguridad, faciliten el distanciamiento y permitan acuerdos de trabajo flexibles.
Piensa con anticipación, de manera flexible y de forma segura. Con una fuerza laboral en la oficina, podemos revivir una vez más la sensación de normalidad que hace solo unos meses se sentía tan lejana.
Sandeep Mathrani es director general de WeWork.